La tradición a la cual me refiero es traída a América con la colonización y sobre todo con la evangelización: hace 2007 años al nacer el niño Jesús en Belem, fue visitado por tres Reyes Magos del lejano oriente MELCHOR, GASPAR y BALTAZAR, quienes siguiendo la estrella de Belem supieron donde había nacido el Niño Dios (hay quienes aseguran que eran 4, pero que uno se extravió en el camino) llevándole obsequios dignos de un REY, ya que eso era, le ofrecieron: Mirra, Incienso y Oro, y después de adorarlo se retiraron a sus respectivos países. Esa leyenda fue trasmitida de generación en generación y traída por los evangelistas a México, donde al conocerla los padres de familia fomentaron ese sueño de los niños de poder recibir en la noche del 5 de enero la visita de los Reyes Magos cargados de regalos, si los pequeños se han portado bien y han escrito una hermosa y sincera carta a su rey Mago, porque es costumbre que Melchor es el Rey Mago que les trae sus regalos a los de piel más blanca, Gaspar a los de piel apiñonada y Baltasar a los de piel morena, y aunque nadie se siente discriminado por el color, todos aceptamos el rey que nos corresponde.
¡Qué emoción la noche del 5 de enero! es la noche más larga, pues los niños están inquietos, y aunque las buenas costumbres son muy respetadas y deben irse a la cama a más tardar a la 8.30 de la noche, en realidad nadie duerme, los niños quieren ser los primeros en ver llegar a los Reyes, y los papás quieren que los niños ya se duerman para poder recibira los visitantes de esa noche.
Ya les han mostrado en el cielo de invierno como tres brillantes estrellas formadas cada día desde diciembre parecían acercarse más a la tierra (cinturón de Orión), los padres de familia les invitaban a fijar su vista en el cielo para contemplar lo que llaman los Tres Reyes Magos del cielo. Melchor monta un caballo blanco, Gaspar viene en un brioso camello (dromedario) y Baltasar en un espléndido elefante. Los niños al permanecer despiertos impiden que se acerquen los Reyes Magos, en consecuencia no pueden depositar los regalos que los niños en sus cartas les piden y que por muchos años las dejaron cerca del nacimiento o en el árbol de Navidad junto con sus zapatos bien lustrados, después por influencia americana las cartas a partir de los años 80s son amarradas a un globo de gas y el día 5 de enero los soltaban para que lleguen más pronto el pedido a los Reyes Magos.
Los niños y los papás dejan agua junto a los zapatos y a veces algún alimento para mitigar la sed y el hambre tanto de los ilustres viajeros como la de sus animales. Pero la emoción del día 6 no tiene límite, aunque se había hecho hasta lo imposible por mantener la vigilia esa noche, el sueño había vencido y por lo tanto al despertar los gritos de emoción y de alegría contagian hasta al más escéptico de la familia, que ve como los pequeños gozan al abrir o descubrir los juguetes soñados o la ropa nueva que necesitan. Y esa emoción aumenta al descubrir que en algunos zapatos había respuesta de los Reyes Magos; generalmente los Reyes les dicen que sigan siendo buenos niños que por eso les trajeron algo de lo que pidieron, pues hay muchos niños en el mundo que no piden porque no los conocen y ellos de todos modos algo les obsequian, pero hay otros niños que no les llevan regalos porque no los quieren, por ello les piden que todos los niños se quieran y se respeten prestándose sus juguetes y cuidándolos para que el año próximo les puedan traer más obsequios y ellos regalen los que ya no necesitan a otros niños.
La familia mexicana conmemora la tradición del 6 de enero (la Epifanía del Señor) recordando la visita de los Reyes Magos, se reúne para partir la Rosca de Reyes, pan de dulce en forma de una rueda adornado con frutas secas, higos, cerezas, pasas y escondido dentro de la rosca se coloca de uno hasta 5 o más muñecos de plástico del tamaño de un dedo meñique o un poco más chicos, que al partir la rosca al azar, a quien le toca el niño tendrá que dar los tamales el 2 de febrero, día de la Candelaria, cuando se llevan los niños que se arrullaron el 24 de diciembre ya vestiditos con sus padrinos a presentarlos al templo.
Hermosa tradición mexicana que nos hace reflexionar en la inocencia y en la fe, así como en la formación de valores: gratitud, respeto, solidaridad, confianza y amor.